martes, junio 08, 2004

City Slacker

Por Ignacio Andrés Amarillo (Publicado en Menos que Cero Nº 5)

G.X. llega a su casa pasadas las nueve de la noche. Ni bien cruza el umbral, apaga el celular y se afloja el nudo de la corbata. Revisa los mensajes del contestador mientras va a la cocina: su madre le pide que la llame de vez en cuando, y hay un par de mensajes de la oficina, seguramente dejados allí en el tiempo que tardó en venir desde allí, y que por algún pérfido motivo no fueron hechas al celular, gracias a lo cual podría ahora pensar en otra cosa.

G.X. prende el televisor para ver nada, al menos nada más que la sucesión de canales que el zapping produce. Juguetea entre sus manos con el joystick de la Playstation, pero no quiere jugar con ella. Saborea un sorbo de cerveza, mientras recuerda aquellas últimas palabras de Kurt Cobain: “Hace años que nada me emociona, me siento culpable desde hace mucho tiempo... El peor crimen es fingir... Tengo necesidad de alejarme de esta realidad para recuperar el entusiasmo que tenía desde niño...”.

G.X. decide darse una ducha caliente, que le levante el ánimo. Finalmente sale, apaga el televisor y se dispone a escuchar música. Revisa su colección de discos y llega hasta el viejo Pablo Honey, editado en 1993, aquel con el que Radiohead se volvió una banda conocida para el gran público. Escoge una canción, “la” canción que trascendió de esa placa, que no es otra que “Creep”. Mientras la sutil voz de Thom Yorke lo envuelve en un rasposo letargo, piensa en Becky, aquella chica de los tiempos en que él usaba aquellas roñosas camisas leñadoras y se mesaba la fina barbita tan propia de esa época. Sigue escuchando la letra de la canción:

Eres tan fuckin’ especial
Yo desearía haber sido especial...

Pero soy un cretino, soy un tipo raro,
¿Qué demonios estoy haciendo aquí?
Yo no pertenezco aquí.
Yo no pertenezco aquí.


¿Qué habrá sido de Becky? ¿Cuántos hijos tendrá? “Qué pregunta tonta”, pensó. En aquellos años, él creía ser un perdedor.

G. X. mira en derredor. Mira el sofá, las sillas, la puerta de la cocina, la del dormitorio. Becky no está allí. Llega a la conclusión, así, diez años después, de que estaba en lo cierto. Es un perdedor.

Entonces decide destaparse otra cerveza.

1 Comments:

At 12:36 a. m., Anonymous Anónimo said...

=)

 

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