viernes, diciembre 09, 2005

Bailando sin control todo esto gira

Los Piojos regresaron al escenario del estadio Ángel P. Malvicino del Club Atlético Unión, para hacer dos shows antológicos. (Publicado en suplemento Show de Diario UNO de Santa Fe, el domingo 2 de octubre)

Fue el regreso luego de diez meses de inactividad, y la preparación de su presentación en el Pepsi Music. Aquí, la crónica del viernes. Los Piojos, una de las banda más convocantes de la escena nacional, volvieron a pisar suelo santafesino para volver a hacer un “doblete” de fechas, repitiendo la marca del año pasado. La excusa fue seguir presentando Máquina de Sangre, su último disco, lanzado a finales de 2003.

El del viernes fue el primer show de la banda en diez meses (algún artista de lo obvio dirá que el del sábado fue el segundo), luego de la operación de meniscos del cantante. Mientras afinan motores para lo que será su gran fecha en el festival Pepsi Music, la banda piojosa eligió Santa Fe como el lugar donde realizar su reaparición y su ajuste escénico; según dijeron ellos mismos, porque es una de las ciudades donde más cómodos se sienten.

Deconstruyendo el show

Duración: Ambos conciertos promediaron las tres horas; en el caso del viernes, comenzó a las 22.30 (la convocatoria era para las 21) y finalizó pasada la 1.20 de la madrugada. Se nota que hace mucho que no tocaban...

Clásicos y modernos: entre las canciones más festejadas hubo nuevas y viejas: Taxi Boy, Todo Pasa, Gris, Entrando en tu Ciudad, Amor de Perros, Fantasma, Ruleta, Vine Hasta Aquí y El Farolito, por nombrar solo algunas.

Militancia: “Ojalá en los próximos días se invente la bomba que no mate a ningún marplatense, pero que pueda matar a Bush. Pero si no, que no muera nadie más”, expresó el vocalista piojoso, ante el estallido de la ovación. Dicho eso, le dedicaron Globalización al halcón de Washington, con el acompañamiento de imágenes de aviones y bombas.

Solidaridad I: Las remeras rojas y negras que se vendían en el lugar, similares a las que usó Martínez durante el show (también se puso una camiseta del Bayern) fueron a beneficio de la Fundación Convivir.

Solidaridad II: Ante el cantito de que “a los pibes (de Cromagnón) los mató la corrupción”, Ciro aportó: “Exactamente. Los mató la corrupción y la negligencia, que fue lo mismo que causó la inundación acá en Santa Fe”. Habla con autoridad moral: Los Piojos aportaron ganancias de shows enteros para ayudar en la reconstrucción del Hospital de Niños.

Cantante suplente 1: Piti Fernández se despachó con una interpretación de Reggae Rojo y Negro, que deleitó a los presentes.

Cantante suplente 2: Gustavo Kupinski debutó en la voz líder bien arriba, cantando Sudestada.

Cantante suplente 3: Miki Rodríguez se metió en camisa de once varas eligiendo Fijate como su canción, pero salió bien parado de la experiencia.

Homenaje Nº 1: Gracias a las imágenes de Cassius Clay que se proyectan desde las pantallas, y a la bata verde (que ahora sólo se pone Ciro), Como Alí (teman tras es cual se fueron, pero para volver) ha pasado de ser la narración de una experiencia psicodélica a un homenaje a El Más Grande (como les gusta decir a nuestros compañeros de Pasión.

Homenaje Nº 2: Con los músicos fuera del escenario, las pantallas se llenaron de imágenes de una mítica sesión entre Los Piojos y el gran Pappo, seguramente sacada de la grabación del autohomenaje que el Carpo se organizó en vida. La ovación estalló, tras lo cual el grupo regresó con una explosiva versión de El Viejo, tema clásico del gran guitarrista del blues y del metal argentinos.

Homenaje ausente: Quizás por el excelente momento que el protagonista de la canción está pasando, o porque fue interpretada para él en una emisión de La Noche del Diez, lo cierto es que Maradó no forma parte del repertorio (y la gente se quedó con las ganas).

Ritual 1º: Como siempre, llegó la parte de los solos de presentación de los músicos, que se prolongó bastante. Lo más destacado: Rogger Cardero descosiendo los parches; Gustavo eligiendo interpretar un tangazo para su momento destacado; y como siempre, Ciro optando por interpretar el Himno Nacional en la armónica.

Ritual 2º: Hacia el final, la ceremonia obligada de Calles, con Gustavo cantando bajito mientras Ciro y Piti nombran a todos los trapos presentes, venidos desde los lugares más distantes (como por ejemplo, Caleta Olivia). Los que se quedaron sin mención esta vez fueron dos hinchas tatengues, que en vano exhibieron sus camisetas rojiblancas. La despedida Cuando las luces del escenario se apagaron definitivamente, tas el reparto de púas, palillos y listas de temas, los transpirados participantes de la ceremonia piojosa se batieron en retirada tranquilamente y sin incidentes. El mandato fue entonces encaminarse hacia bares y quioscos, en busca de un milenario elixir de cebada y malta que refresque las enronquecidas gargantas. Ya era la madrugada del sábado, y muchos estaban citados al día siguiente, para encender nuevamente la Máquina de Sangre.

Oído Fino

Ignacio Andrés Amarillo

Una ceremonia de encuentro en la oscuridad


Cuando el fenómeno de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota estalló en toda su plenitud, muchos se preguntaron qué era lo que hacía que miles de personas recorrieran cientos de kilómetros para participar de un ritual de encuentro con la banda de sus amores. Algunos hablaron de futbolización del rock; otros de una búsqueda de amparo en medio de la oscuridad. Lo cierto es que también otros grupos fueron generando ese poder de convocatoria, y tal vez Los Piojos sean los que llevan la delantera en ese sentido.

Pero viendo lo que sucede en cada presentación de la agrupación de Palomar, uno puede empezar a encontrar sentido: uno está ante una ceremonia de encuentro, de reconocimiento entre los iguales y, al mismo tiempo, con una referencia cultural. Referencia que puede sintetizarse en la figura de Andrés Martínez, en ese tránsito que lo llevó a ser el Ciro más reconocido del rock nacional (para desdicha de Facundo Demián Pertusi). Allí se empieza a entender el fenómeno, cuando vemos la relación que este pibe de barrio establece con su audiencia: cómo genera distintas reacciones en ellos con solo un comentario, un ademán, o sólo un gesto leve de su rostro prognato.