viernes, diciembre 09, 2005

Una vía a la esperanza

Los conflictos en los Balcanes empezaron (por decirlo de alguna manera) en el siglo XVII; desde entonces, la región donde alguna vez estuvo Yugoslavia es cíclicamente conmocionada por enfrentamientos políticos que enmascaran tensiones étnicas y religiosas. En la Segunda Guerra Mundial, los chetniks (serbios comunistas) terminaron imponiéndose a los ustachas (croatas fascistas y sus aliados musulmanes). Josip Broz (Tito) aportó medio siglo de pax romana. Hasta 1992.

Allí empieza La vida es un milagro (Zivot je cudo) primera película de ficción de Emir Kusturica en seis años. El director bosnio de origen serbio imagina una relación entre Luka, un ferroviario serbio radicado en Bosnia (al que su delirante esposa termina abandonando por un músico húngaro), y Sabaha, una enfermera muslime (musulmana) que le ha sido encargada como prisionera; un alocado soldado le ha dicho que pertenece a una familia rica, y constituye un buen rehén para cambiar por su hijo Milos, capturado por el enemigo.

Sería trillado hablar de “unos Romeo y Julieta modernos”, como lo hizo la crítica en todo el mundo. Pero además aquí Kusturica abre una ventana de esperanza de la que no disponían Capuletos y Montescos en la Verona renacentista: pareciera que en medio de las masacres, las violaciones sistemáticas y la “política de tierra arrasada”, todavía (y como diría cierto rockero de la cinematografía argentina) “el amor es más fuerte”. Para continuar con la metáfora ferroviaria (los rieles y los túneles son omnipresentes en el paisaje y en la vida de los aldeanos) podría decirse que abre una vía a la esperanza.

El autor narra el tránsito sutil desde el régimen comunista al “nuevo orden”, al mismo ritmo que se modifica la imagen del nuevo alcalde, progresivamente más fashion y vistosa. También aprovecha el entorno aldeano para mostrar hasta qué punto los conceptos de amigo y enemigo no constituyen una dualidad binaria: hay muchos matices cuando todas las categorías políticas estallan en mil pedazos. El tono de realismo mágico, propio de su filmografía, queda reabsorbido en una realidad que supera cualquier imaginación.

Kusturica apela al humor para matizar la crueldad de una de las guerras más crueles del siglo XX, no para falsear la realidad sino para resaltar que “la vida sigue”, que la gente de a pie busca continuar con sus cotidianas existencias, aun de modo inconsciente. Y que esas mismas personas se siguen enamorando, más allá de los dictados de presidentes, generales y comisarios del pueblo. En definitiva, ese parece ser el milagro de la vida.

LA VIDA ES UN MILAGRO (Zivot je cudo) de Emir Kusturica. Coproducción de Francia y Yugoslavia, 2004, 152 minutos. Guión: Emir Kusturica y Ranko Bozic. Fotografía: Michel Amathieu. Música: Dejan Sparavalo y Emir Kusturica, interpretada por la No Smoking Orchestra. Protagonistas: Slavko Štimac, Nataša Šolak, Vesna Trivalić, Nikola Kojo, Aleksandar Berček, Vuk Kostic, Stribor Kusturica. Ganadora de los siguientes premios: Premio de la Educación Nacional en el Festival de Cannes de 2004; César (el Oscar francés) al mejor filme de la Unión Europea de 2005; Globo de Oro a la mejor película europea de 2005.