martes, septiembre 28, 2004

AMBER

Tu nombre es el nombre
de una piedra dorada y cristalina
Tu sonrisa codifica
milenios de joven sabiduría
joven dama, mujercita
¿Quién será el dueño,
no de tus ojos, que sólo a ti te pertenecen
sino tan sólo
de una corta mirada llena de amor?
Si Dios fuera uno de nosotros
¿sonreiría satisfecho
por la fineza de Su creación
o se sumaría al coro de muchachos
que disputan tu corazón humano?
Sólo la eternidad
dará respuesta a este enigma.