domingo, julio 04, 2004

Santa Fe Muestra 4: Donde respira el séptimo arte

Entre el 2 y el 13 de junio se realizó la cuarta edición de la Santa Fe Muestra, el ya tradicional evento anual que recoge parte del material que quedó en el país del Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI), el cual celebró en 2004 su sexta entrega. Más de veinte película en doce días deleitaron al público que se acercó a la sala del Cine América, sede del Cineclub Santa Fe, que junto a la Secretaría de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral asisten al Grupo Santa Fe Muestra en la organización. Mucha producción nacional y un claro predominio del documental sobre la ficción, fue parte de lo que se vio a lo largo de diez mágicas lunas.

Según Paulo Ricci, miembro del Grupo organizador, “esta cuarta edición quizás sea una de las más completas en cuanto a la calidad de las películas que se van a poder ver, y también la más larga de las ediciones que hemos hecho, para poder repetir algunas películas, que antes no lo podíamos hacer, y para poder contar con mayor cantidad de películas. Esas son las dos características sobresalientes de este año”. Para una de las caras visibles de la Muestra, junto a Marilyn García, Ezequiel Nieva, y Paula Niklison, la tarea es hacer “una especie de rescate de lo que quedó en el país y no volvió a su lugar de origen de lo que es ese festival enorme, en el que se pudieron ver más de 200 películas. Nosotros lo que tenemos es una pequeña muestra de algunas cosas que estuvieron en ese festival. Tratamos de que sea lo mejor, obviamente no queda todo pero creemos que muchas cosas de las que están viniendo son una buena alternativa para ver cine que no se va a ver en la Argentina porque no tiene estreno comercial”.

La lista de las películas exhibidas es extensa, de tal modo que sólo haremos aquí un sucinto repaso de lo más destacado del material.

El film que sirvió de ávant-premiére de la Muestra fue Whisky Romeo Zulú, de Enrique Piñeyro, quien fuera productor y actor en Garage Olimpo, inspirada en el accidente de LAPA de 1998 (“Whisky Romeo Zulú” era el nombre del avión siniestrado). Más allá de la buena factura fílmica y de las capacidades del elenco (encabezado por el director, con la compañía de Mercedes Morán, Alejandro Awada y Carlos “Dominicci” Portaluppi), se destaca por su carácter autobiográfico, porque Piñeyro fue piloto de LAPA y renunció dos meses antes del accidente, denunciando fallas en las medidas de seguridad. Luego decidió que su primer largometraje tenga que ver con esa tragedia, y su personaje está inspirado en... él mismo, por supuesto. El realizador, ganador del Premio del Público en el 6° BAFICI, reconoció haber dejado muchas cosas terribles afuera, porque “no hubiera sido creíble”.

Una de las películas más esperadas era Los Angeles Plays Itself, del norteamericano Thom Andersen, maniático historiador del cine que mediante un abrumador archivo visual dedica casi tres horas de celuloide a mostrar de qué modo Hollywood construyó una imagen ficticia de la ciudad de Los Angeles, aunque va más allá y recorre desde los arquitectos favoritos de la “Meca del Cine” hasta la genealogía de los más fotogénicos edificios de la ciudad que se niega a llamar “L.A.”. Interesante... aunque daba para cortarla en dos partes al estilo Kill Bill.

Todos los años se incluye alguna retrospectiva, y este año le tocó a Alexander Sokurov, director de El Arca Rusa (no me jodan, no me van a convencer de que es una sola toma, hay trampa), de quien se proyectó Sonata for viola - Dimitri Shostakovich, cinta de 1980 que retrata la vida del compositor y muestra cómo con pocos recursos (archivo fílmico y discos, básicamente, aunque con alguna perla documental) se puede hacer excelente cine, en el que la imagen y la obra musical cooperen y no se anulen mutuamente (cosa que tendrían que aprender algunos directores locales).

Los documentales fueron la sorpresa, como por ejemplo The revolution will not be televised, de Kim Bartley y Donnacha O’Briain, que nació como un pintoresco retrato del presidente venezolano Hugo Chávez, y por la fuerza de las circunstancias se convirtió en un valiosísimo testimonio sobre el fallido golpe de Estado que sufrió, que para algunos recuerda a la denominada “Revolución Libertadora”. Otro documental aplaudido fue The Big Durian, de Amir Muhammad, periodista y cineasta malasio que, a partir de un incidente con un soldado desequilibrado que disparó contra la multitud en Kuala Lumpur, desentraña la maraña política y étnica que divide a la sociedad malasia. Pero sin lugar a dudas el film más celebrado dentro de la no ficción (lo mejor de la Muestra, para algunos) fue S21: The Khmer Rouge Killing Machine, producción francesa del camboyano Rithy Panh, quien apela a una especial apertura de criterio para permitir a los guardianes de un chupadero del Khmer Rouge contar las vicisitudes de la vida dentro de la prisión, frente a frente con un impertérrito ex prisionero. Lo más increíble es el modo en que los carceleros vuelven a aquellos momentos en que eran adolescentes, y reconstruyen con pantomimas las macabras prácticas del régimen.

Dentro de lo más novedoso de la ficción y del producto nacional se encuentra Una de dos, ganadora de la sección “Lo nuevo de lo nuevo” del BAFICI. Esta obra de Alejo Hernán Taube es hija del corralito que atrapó los fondos para la realización de otro film que nunca se hizo, y por eso derivó en un relato suburbano ambientado en los aciagos días de diciembre de 2001. Protagoniza Jorge Sesán, firme en el papel de “negro rubio” que lo hizo célebre en Pizza, birra, faso y Okupas.

Pero tal vez la más original haya sido El amor (primera parte), de Alejandro Fadel, Martín Mauregui, Santiago Mitre y Juan Schnitman. Estos cuatro valientes se atrevieron a filmar sin el INCAA, contando la historia de una pareja desde su inicio (o antes, incluso) y su ruptura, apelando a una diversidad de recursos narrativos que en ningún momento distraen de la narración: así se puede ver la infatuación “en clave Miroli”, o la vida sexual expuesta como una colección de diapositivas, o la incomunicación final a través de los mensajes cruzados en el contestador. Por supuesto, el humor es parte de esta tragicomedia del amor romántico.

No faltaron por supuesto las películas sorpresa, y dentro de éstas la más llamativa fue la que cerró el festival, End of the Century, en la que Michael Gramaglia y Jim Fields desnudan todas la vida íntima de The Ramones, la banda que salió de Forest Hills para revolucionar al anquilosado rock and roll al rimo de tres aceleradísimos acordes y poderosas canciones. “Al final Johnny era un garca”, musitó un fan ramonero al descubrir la relación marital del guitarrista y referente republicano con Linda Danielli, la ex novia del extinto vocalista Joey.

Así pasó la edición 2004 de la Santa Fe Muestra, cuyo material siguió camino hacia otros destinos, como lo son Rosario y Paraná. Sólo resta esperar al año próximo, cuando los fabricantes de sueños vuelvan a encender su maquinaria mágica, para mostrarnos en la pantalla algunos retazos de humanidad.